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Treceava Ley: Ley de Retroalimentación
- 2 de diciembre de 2022
- Posted by: KA EduSoft
- Category: Habilidades blandas
“La realidad objetiva crea o influye en la realidad subjetiva. La realidad subjetiva crea o influye en la realidad objetiva.”
Parece una contradicción o una recursividad sin fin. Pero no, es otra forma de decir lo que he estado diciendo a lo largo de estos artículos. Como siempre, los ejemplos son una gran herramienta para ilustrar conceptos: Imagínate que has ganado un premio por algo, esa es una realidad objetiva. Dicha realidad te hará sentir como un/a ganador/a, como alguien exitoso/a. Por tanto, al hacerte sentir de esa manera, crea lo subjetivo. Otro ejemplo sería que haces un buen negocio, una inversión de dinero que te va super bien. Esa es la realidad objetiva, ves a tu flujo de dinero incrementarse. En ese momento te sentirás como un/a ganador/a en los negocios y esa sensación es lo que crea tu realidad subjetiva. En ese momento sientes que eres un/a ganador/a. Por supuesto esto funciona también para las cosas negativas. Si el negocio te salió pésimo te sentirás como un/a idiota en los negocios y crearás esa realidad en tu emoción, en tu inconsciente. Así pues, lo que sucede en el exterior afecta nuestro interior y en consecuencia afecta lo que sentimos, haciéndonos vibrar de cierta manera.
Ahora bien, he aquí el secreto y la segunda parte de esta ley. Si logras crear en tu subjetividad la realidad que quieres tener, ésta se manifestará en la realidad objetiva. Dicho de otro modo, si te sientes como si ya lo tuvieras, como si estuviera sucediendo, entonces lo manifestarás en la realidad objetiva. Ten presente que la mente inconsciente no distingue fantasía de realidad, solo la mente consciente lo hace. Recuerda que la mente inconsciente es la que en realidad mueve los hilos y la que activa todas las leyes que hemos discutido, sobre todo la Ley de atracción. Es algo que en la película El Secreto recalcan una y otra vez: siéntelo como si ya fuera tuyo.
En Programación Neurolingüística esto es un recurso que se utiliza mucho para potenciar a las personas. Por ejemplo, si uno está nervioso porque tiene que dar un discurso en público, se le hace imaginar que es un orador competente, si es posible pensando en alguien real que lo es de verdad. Se le hace imaginar que el público lo ovaciona, que lo hace de maravilla. Centrar su mente en lo que quiere, en el resultado. Incluso se le hace tomar la postura de un orador competente. Eso genera una vibración positiva y lo recarga, y sale al ruedo como un toro. Para que esto tenga resultado se utilizan protocolos que trabajan con hipnosis, sugestión, emociones, submodalidades y representaciones mentales internas, logrando así generar un estado competente real. Esta técnica se utiliza mucho también en los deportes profesionales. Un entrenador en PNL ofició de coach para un nadador profesional que competiría con su máximo rival. Él había sido capaz de vencerle en algunas ocasiones, pero la mayoría de las veces perdía. El entrenamiento consistió, entre otras cosas, en enfocar su mente en las veces que había ganado, aunque eran muy pocas frente a las derrotas. Y así, venció. Solo piensa en lo que quieres, en el resultado que deseas, ni siquiera te preocupes por los medios por los cuales llegará.
Si has entendido algo de todo lo que has leído hasta ahora entonces no te será extraño que vuelva a decirte que las personas no creemos lo que vemos, sino que vemos lo que creemos. Cambia tú y cambiará tu mundo. Todo empieza por ti. El humano es el único ser viviente que cambia constantemente su ambiente para estar a gusto. Esto se debe a que el humano, a diferencia del resto de los seres vivientes de este planeta, es un ser creador.
El psicólogo Wayne Dyer, autor de gran cantidad de libros de autoayuda y conferencista internacional, decía que uno tiene que imaginarse envuelto en las circunstancias que quiere lograr y no preocuparse por el proceso de cómo llegar a ellas. Si tú, por ejemplo, quieres tu propio Ferrari entonces tienes que imaginarte, sentir, que ya lo tienes, que lo conduces. Si puedes hasta ve a un concesionario y conduce uno. Los medios para ello te serán otorgados de infinidad de maneras. No pienses en cómo conseguirás el dinero para pagar el auto porque el dinero es solo un medio de conseguirlo, y el universo dispone de infinidad de medios para todo. Claro, requerirá que tú enfrentes muchos miedos en tu vida real para alcanzar lo que quieres, porque cuando las oportunidades se te presenten tendrás que poder accionar y tomarlas por propia voluntad.
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Las cosas te serán dadas en su debido momento y en general antes de ello te habrán llegado otras circunstancias previas, necesarias para lograr el auto. Las cosas no te llegarán directamente, salvo que sean muy sencillas. En general se requiere recorrer un camino que te prepare a ti mismo/a para recibir esas cosas, sean materiales o no. Si pides por una pareja, seguramente recorrerás un camino que te permita primero amarte a ti mismo/a, incluso a través de conflictos que te muestren tus peores facetas y hasta te deprimas, para que justamente puedas ver lo que tienes que mejorar. Las señales te llegarán constantemente y de muy diversas maneras. Está en ti verlas y más aún tomarlas. La Ley de Atracción requiere ACCIÓN. De nada sirve quedarte esperando. Recibirás las oportunidades, pero está en ti tomarlas, y la mayoría de las veces tomarlas implica salir de tu zona de confort porque justamente es el lugar en que estás (psicológico, físico, mental y espiritual) el que no te permite tener aquello que añoras, así que el universo te empujará fuera. Si no quieres salir, entonces rechazarás lo que tú mismo/a estás buscando, y pues, para que todo esto comience a ser aplicable para ti has de tener en cuenta cuatro pilares básicos del cambio.
El primero es el DESEO. La eminencia en desarrollo personal, Napoleón Hill, establece este factor como uno de los más determinantes para alcanzar el pleno potencial. Él lo llama Deseo Ardiente, es decir, unas ganas muy fuertes de ir más allá de lo que conoces ahora, un deseo poderoso por alcanzar aquello que te propones. Para que esto funcione tu deseo de crecimiento y prosperidad, sea en el ámbito que sea (económico, emocional, espiritual, etc.), debe ser más fuerte que tus miedos. El deseo es el punto de partida para todo cambio. Si no tienes deseo no te moverás. El deseo suele ser, en la mayoría de los casos, esa fuerza externa que mueve al objeto que estaba en reposo, que te incita a desarrollar un nuevo hábito o dejar uno antiguo. Es lo que te permitirá sostener en el tiempo las acciones y disciplina necesarias para desarrollar lo que necesitas. En este punto es importante aclarar que el deseo o la ambición no son malos en sí mismos. La ambición es el deseo de crecimiento, de ir por más, y es por tanto el primer ingrediente para cualquier tipo de progreso. Lo que es malo es la ambición en exceso, la avaricia. Quererlo todo para uno sin mirar a quién se perjudica es lo que genera daño. Avaricia y codicia en este contexto son lo mismo. Ambición es deseo de más y eso es bueno siempre que se tenga en cuenta esto:
“Toda transacción que realices en tu vida, todo logro y toda acción que emprendas, debe beneficiar a todos los implicados.”
Si sabes de antemano que algo de lo que harás perjudicará a alguien entonces recibirás eso como recompensa tarde o temprano. Así como actúas eso recibirás. Tenlo muy en cuenta.
El segundo pilar del cambio es la DECISIÓN. Difícilmente logres algo, por más deseo que tengas, si no tomas la decisión de llevarlo a cabo. En la mayoría de los casos, los cambios en las vidas de las personas suceden cuando éstas se deciden por algo, cuando toman acción. Por ejemplo, cuando alguien se decide realmente a dejar a esa pareja tóxica que hace años le tiene mal, realmente rehace su vida. Cuando alguien se decide a cambiar su trabajo, o iniciar un negocio, o a terminar de una vez por todas esa carrera que abandonó de joven, transforman su vida. Ahora bien, ten en cuenta que la mayoría de las personas somos completamente indecisas. Mientras no tomamos decisiones, mientras no definamos lo que queremos y nos dispongamos a PAGAR EL PRECIO, no cambiará nada. La indecisión lleva inevitablemente a actuar bajo la influencia de la segunda ley, la Ley del Azar: al no planificar estás planificando el fallo. Ten presente que pagar el precio significa hacer lo que hace falta, hacer los sacrificios necesarios. Asimismo, David J. Schwartz dijo en su libro La magia de pensar en grande:
“Cada paso hacia adelante ya paga un dividendo”.
En la Biblia se cita esto:
“Sé precavido de hacer tu justicia delante de los hombres para ser visto por ellos, de otra manera no tendrás tu recompensa, pues ésta ya fue dada.”
Si haces las cosas para que los demás te vean, te reconozcan, entonces tu recompensa será ese reconocimiento porque en el fondo es lo que buscas. No obtendrás más que eso porque eso es lo que querías. Haz las cosas porque son lo correcto, porque es lo que sientes que debes hacer, sin importar quién las reconozca, quién las alabe o quién las critique negativamente. Si sientes que algo es correcto en tu corazón, hazlo, y por tanto jamás te equivocarás, aunque el resultado no sea el esperado.
El tercer pilar es la DETERMINACIÓN. Pues bien, tienes un deseo ardiente de mejorar, sabes exactamente qué quieres porque lo has definido. Además, has tomado la decisión de llevarlo a cabo, de pagar el precio y de hacer lo que sea necesario para alcanzar aquello que quieres para tu vida. Ahí empezó el viaje, pero la duda y la incertidumbre comenzarán a hacer de las suyas: ¿Y si este entrenamiento es una farsa? ¿Y si todo esto no funciona? ¿Qué tal si me he equivocado? ¿Qué tal si la Ley de Atracción no existe? ¿Qué pasa si a pesar de todo me va mal? Esos momentos llegarán porque justamente el camino a aquello que quieres requiere que aprendas, que forjes tu carácter y que te prepares para recibirlo. Y esto se logra superando obstáculos. Solo así crecemos. De otro modo ya tendrías lo que quieres. Sin embargo, ante el primer traspié las personas suelen desistir y volver a su punto original. Por citarte un ejemplo, en el primer curso que organicé invertí unos cientos de dólares en publicidad para promoverlo. Armé el programa y el currículo, conseguí el lugar y lo dejé todo dispuesto. Creé el sitio Web y activé medios de cobro digitales. Tuve consultas, llamadas preguntando los horarios y todo. Llegó el día y no se presentó nadie, ni una persona llegó al lugar, incluso aquellas que se habían comprometido a asistir no asistieron. En esos momentos automáticamente uno se cuestiona si está haciendo lo correcto, si vale la pena el riesgo que asumió. La realidad objetiva crea la realidad subjetiva. El fracaso en el evento me hizo sentir fracasado. Es justamente en esos momentos donde el deseo se pondrá a prueba. Es ahí donde la voluntad, la determinación y la fe deben ser fuertes y uno debe seguir adelante. Eso es aplicar la Ley de Atracción, eso es ser responsable. Si te detienes solo aumentarás tu carencia. Sigue avanzando aun cuando otros te digan que estás mal. No existe el fracaso en sí mismo, solo existe el aprendizaje. El fracaso es en sí solo un resultado, que nos permite conocer el camino que no debemos seguir, sin antes mejorar la estrategia. El fracaso, paradójicamente, muestra un mundo de posibilidades al que solo se llega perseverando. El fracaso es parte misma del éxito.
Cada vez que algo no sale como querías es porque hay una lección que aprender de ello. Analízalo y la encontrarás. El asunto es que en general solo vemos a corto plazo. En mi caso organicé un curso y queríamos llenarlo de estudiantes. Eso no funcionó y por tanto podría haber concluido que fue un fracaso. Sin embargo, las cosas no funcionan así. En el proceso empecé a generar visibilidad, la gente me contactó, puse en marcha varios sistemas para varias cosas, organicé un currículo y planifiqué cómo hacer todo. Pues bien, en ese momento ya había plantado las semillas y aún no se alcanzaban a ver los frutos. Como ya conocía todos estos conceptos que te estoy enseñando, supe que debía seguir regando las semillas para que el brote verde surgiera, y luego, seguir regándolas y aprendiendo hasta ver el árbol. Y luego seguir cuidando el árbol hasta que los frutos aparecieran. ¿Cuánto tiempo? Pues simplemente hasta que los frutos se hicieran presentes. Hoy día ese curso existe on-line con más de 5000 estudiantes activos. Cuando coseches los frutos, cuando extiendas las manos para tomar el fruto de tu propio árbol, en ese momento te habrás convertido en alguien nuevo, en ese momento estarás preparado/a para tomar el fruto, no antes. En ese momento sentirás el éxtasis de estar viviendo tu propia vida. Seguir adelante cuando la mayoría desistiría es lo que te hará evolucionar. Es lo que marcará la diferencia. De otro modo solo seguirás dentro del montón. Ten presente el viejo dicho popular:
“Persevera y triunfarás.”
Para ser extraordinario/a debes hacer cosas extraordinarias, y eso no significa que hagas maravillas, significa solo que hagas lo que los demás no hacen. Lo ordinario es lo de todos los días. Lo extraordinario es lo que se ve poco o nunca. Haz cosas diferentes y obtendrás resultados diferentes.
El cuarto y último pilar es la DISCIPLINA. Existe un proverbio japonés que dice lo siguiente:
“Tarde o temprano la disciplina vencerá a la inteligencia”.
Tienes tu deseo, tu ambición. Has tomado las decisiones necesarias y te has fijado pagar el precio, esforzarte y arriesgar lo que sea necesario. Te has puesto la determinación de seguir adelante pase lo que pase porque tienes fe en que eso que pasó debía suceder así, que era necesario para tu aprendizaje, que era una lección importante que te prepararía para el siguiente paso. Así pues, lo último que tienes que tener en cuenta es la disciplina. Disciplina es hacer lo que tienes que hacer, cuando lo tienes que hacer, te guste o no. Tú mismo/a podrás conocer a decenas de personas inteligentes que están quebradas, o se llevan mal con los demás, o están muy enfermas. Es la disciplina la que logra las cosas. Seas inteligente o no, tu éxito estará determinado por cuán disciplinado/a seas a la hora de hacer lo que tienes que hacer. Yokoi Kenji, quién repite todo el tiempo que la disciplina vence a la inteligencia, comenta siempre que los japoneses no inventaron nada, ni autos, ni motos, ni computadoras, y sin embargo son dueños de las mejores marcas de estos inventos. Sencillamente las mejoraron. No fueron inteligentes, tomaron inventos de otros, pero con disciplina y trabajo constante los hicieron de la mejor manera. El político estadounidense Newt Gingrich tiene atribuida la siguiente frase, que ilustra muy bien lo que intento transmitirte aquí:
“La perseverancia es el trabajo duro que haces después de estar cansado del trabajo duro que ya hiciste.”
Sé disciplinado/a. Aplica todo lo que has aprendido hasta ahora y no desistas jamás. Tendrás el éxito asegurado en cualquier cosa que te propongas. Esta es una de las llaves maestras de las riquezas, siendo las riquezas todas las cosas buenas de la vida. El poder está en tus manos, solo debes tomar acción y utilizarlo. Atrévete a perseguir tus sueños, cree en ellos y visualízalos como si ya los hubieses logrado. Siente en tu piel ese logro. Permítete tomar esa actitud triunfadora. Ármate de valor y herramientas. Y lo más importante: actúa en consecuencia. El resultado remitirá solo en beneficios y aprendizajes que madurarán tu campo fértil, para cosechar aún más frutos si así lo deseas. Recuerda que a partir de una semilla se puede crear un bosque entero, pero debes invertir en ti mismo/a, en aprender, en entrenarte, en superarte. No lo olvides.
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