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Primera Revelación – Las coincidencias no existen
- 10 de febrero de 2024
- Posted by: KA EduSoft
- Category: Habilidades blandas
“Pon atención a esas ‘coincidencias’, a lo que parecen ser eventos destinados a suceder. Son realmente eventos sincrónicos, y siguiéndolos, entrarás en tu camino de verdad espiritual.”
James Redfield
Vamos a ver esta primera revelación, extraída de la novela Las 9 revelaciones de James Redfield, y analicémosla de la forma más científica posible, obteniendo de ella aquellos conceptos y aplicaciones prácticas que nos permitan generar cambios mensurables en nuestra vida cotidiana. Lo analizaremos desde el punto de vista de la terapia cognitivo-conductual, que es el tipo de psicoterapia que más aval científico y empírico tiene hoy día, así como desde el punto de vista filosófico si así lo amerita.
Comencemos pensando en lo siguiente: si pudieras replicar cada variable que afecta al lanzamiento de dos dados, de tal forma que cada vez todo sea idéntico (posición de los dados, altura, fuerza de lanzamiento, superficie en que caen, presión del aire, etc.), tendrías siempre el mismo resultado en cada tirada. El azar realmente no existe, simplemente así lo percibimos porque hay infinidad de eventos y sucesos que no podemos explicar. La Teoría del Caos ha explicado esto con gran eficiencia. Pero esta revelación apunta a algo más, que es el principio de sincronicidad, que indica que nada es coincidencia ni accidente, todo ocurre por la exacta sincronización de causas y efectos. Presta atención a tu alrededor y sentirás la maravilla de experimentar que todo está ahí para ti. Pero claro, esto es más fácil decirlo que hacerlo, sobre todo cuando eso que está a tu alrededor es algo negativo o doloroso.
Empecemos a profundizar en esto, comenzando por lo que decía Arthur Schopenhauer, quién definió el concepto de Voluntad Ciega, eso que nos hace andar en automático día a día sin darnos cuenta realmente de por qué hacemos lo que hacemos. Decía Schopenhauer lo siguiente:
“La Voluntad Ciega es la fuerza primordial y fundamental que impulsa la existencia y la manifestación del mundo fenoménico. Es la esencia última de la realidad y se manifiesta en todas las formas de vida, desde los seres humanos hasta los animales y las plantas. La voluntad ciega es una fuerza impulsora que no tiene una finalidad consciente ni está sujeta a la razón o la voluntad individual. Es una fuerza irracional, instintiva e incontrolable que se expresa a través de los deseos y las motivaciones humanas. (…) Esta voluntad ciega es responsable del sufrimiento humano. El deseo constante y la insatisfacción que surge de la voluntad generan un estado de insatisfacción y angustia en los individuos. La única forma de liberación del sufrimiento es a través de la renuncia y la negación de los deseos individuales. Al renunciar a los deseos y apegos, podemos alcanzar un estado de tranquilidad y liberación”.
En esencia Arthur dice que somos presas de nuestros deseos, que estamos a merced de ellos y que es a causa de éstos que surge el sufrimiento, porque el desear constantemente cosas nos lleva a la frustración, la insatisfacción y la angustia. Es un hecho psicológico bien conocido que aquello que nos es negado nos genera obsesión, y que además tendemos a sobrevalorarlo, para descubrir luego, en caso de alcanzar ese deseo, que no nos satisface tanto como creíamos. Si lo piensas un instante te darás cuenta de que todo el tiempo estamos en este estado, deseando de todo: cosas materiales, ser más lindos, que nuestra pareja cambie, que la vida sea diferente, etc. Y esa constante sensación de carencia nos hace inevitablemente desdichados.
Schopenhauer toma también en este enunciado un concepto muy profundo del budismo. En primer lugar, dicha filosofía interpreta que existen distintos planos de existencia más allá de este, no obstante pongamos el foco en lo que podemos experimentar, que es justamente este plano (ya luego es debatible si existen o no otros planos y de hecho no es demostrable), el cual para el budismo es el plano del deseo. Desde esta perspectiva lo único que podemos hacer es desear constantemente, tal como dice la canción “Náufrago” de la banda uruguaya “4 pesos de propina”:
“Deseo que cumplí
Despierta otro deseo”
Surge entonces otro concepto que Arthur toma del budismo: la renuncia. ¿Y qué es esto? Pues como dice dicho autor en la cita anterior: “Al renunciar a los deseos y apegos, podemos alcanzar un estado de tranquilidad y liberación”. Pero esto es difícil de aplicar, más aún si no entendemos cómo hacerlo. Así, el budismo plantea una solución eficiente a este problema: dado que no podemos dejar de desear porque estamos en el plano del deseo, y asimismo el único modo de avanzar es la renuncia, esta filosofía plantea que desarrollemos el deseo de iluminarnos (desarrollar mayor consciencia), de ser mejores cada día y, por sobre todas las cosas, de ayudar a otros a iluminarse también, a lo que se le llama gran compasión. Si entendemos que el sufrimiento abunda en todos los seres, y que el único modo de salirnos de él es a través de ascender mental y espiritualmente, al desarrollar este deseo de aliviar el sufrimiento ajeno junto con el propio estaremos poco a poco aplicando la renuncia. Pero no nos vayamos de tema, ya que esta revelación se centra en la sincronicidad, y aún no hemos hablado de ella.
Entendiendo entonces la definición de Schopenhauer sobre voluntad ciega y renuncia, ideas influenciadas profundamente por la filosofía budista, tomemos ahora la investigación de Carl Jung sobre sincronicidad, que tata de esas cosas que pasan aparentemente por casualidad, pero que nos llaman la atención. Esto lo analiza profundamente en el libro “Sincronicidad”, en el cual da la siguiente definición, aunque la ampliaremos:
“Una relatividad del espacio y del tiempo condicionada por la mente”.
Inicia Jung diciendo que la sincronicidad es una relatividad, que es algo relativo, es decir que depende de quién lo mide o de cómo se mide; además él habla de relatividad espacio-tiempo, o sea del lugar (espacio) en que algo ocurre y del momento (tiempo) en que se da el evento que nos llama la atención. Estos eventos son esos que uno dice “¡Guau! Eso es ley atracción”, o “¡Guau! Qué curioso que justo pase justo ahora que yo venía pensando en tal cosa”. Entonces Carl dice que ese evento que ocurre es relativo porque en primer lugar es curioso para uno mismo pero para otra persona no, y en segundo lugar está condicionado por la mente, está sujeto a la mente de quién lo experimenta. Por ejemplo, que justo estés hablando de alguien y de pronto ese alguien golpea a tu puerta, o que criticaras al vecino por no cuidar las cubiertas de su automóvil y luego más tarde tú quedas varado en la calle con una goma pinchada. Continúa entonces Jung definiendo:
“Las leyes naturales son verdades estadísticas, medibles cuando tenemos cantidades macrofísicas, impredecibles con cantidades pequeñas. (…) Vivimos en el mundo de la casualidad, donde los eventos aparentemente ocurren sin causal ninguna. Pero esto es así porque no se ha descubierto todavía su causalidad”.
Entonces acá Jung empieza a desarrollar la idea de que en la naturaleza las cosas parecen medibles cuando tenemos mucha información pero se vuelven cada vez más impredecibles en tanto menos información tenemos, y esto inclusive si lo llevamos a lo que hoy día es la mecánica cuántica, más impredecible resulta. Entonces Carl empieza a desarrollar el concepto de que las cosas que nos parecen casuales, es decir, que no tienen una causa sino que nos llaman poderosamente la atención pero que no se puede hallar la causa, o inclusive se puede decir que no hay ninguna causa, que simplemente pasó (por ejemplo cae un meteorito en tu cabeza y te mata, ante lo cual puede argüirse que no hay causa para eso, que simplemente pasó, que es una casualidad que justo saliste afuera y te cayó el meteorito en la cabeza), nos parecen así porque no hemos descubierto la causalidad de ese vento o de esa cosa, de esa ocurrencia. Es posible entonces que exista una causa y nosotros no sepamos cuál es para todas las cosas que pasan. Refiriéndose a esto Jung cuenta la siguiente anécdota que le ocurrió un día festivo en el que se solía comer pescado:
“Es viernes. Tenemos pescado para comer. A alguien se le ocurre mencionar la costumbre tradicional de hacer bromas este día. Aquella misma mañana escribrí una nota que decía: ‘Est homo totus medius piscis ab imo’ (este hombre está asustado de un pez en lo profundo). Por la tarde una antigua paciente mía, a la que no había visto desde hacía meses, me enseñó algunos dibujos de peces, muy llamativos, que había pintado por aquellos días. Por la noche me enseñaron un bordado con monstruos semejantes a peces. Al otro día por la mañana, otra paciente, que no había visto desde hacía muchos años, me contó un sueño en el que, a orillas de un lago, vio un gran pez que nadaba hacia donde ella se encontraba y se puso a sus pies. Por aquel entonces yo estaba estudiando la simbología del pez en la historia. Sólo lo sabía una de las personas mencionadas aquí”.
Jung se sorprende entonces porque aparecen peces por doquier, y además él estaba estudiando sobre la simbología del pez en distintas culturas. También cuenta otra anécdota, en la que él estaba con una paciente en terapia y la mujer le cuenta sobre un sueño en el que había un escarabajo dorado muy grande, y justo en ese momento empieza a sentir que algo le golpea la ventana estando ellos en un segundo o tercer piso, y cuando Carl corre la cortina ve que había un escarabajo muy dorado para su raza, es decir, era un escarabajo atípico de un color atípico. Justo le acababan de contar un sueño en el cual había un escarabajo dorado, y de pronto un insecto similar, incluso raro para su especie, le golpea la ventana; esas cosas a Jun le volaban la cabeza y por eso se puso a estudiarlo y escribió un libro al respecto, trabajando con muchas personas para ello, incluso con muchos científicos de distintas ramas para intentar encontrar una respuesta. Vamos a ver a qué llega y para qué nos sirve. Toma entonces Jung a Schopenhauer y cita lo siguiente:
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“Todos los eventos de la vida de un hombre quedarían, por tanto, comprendidos en dos tipos básicos de conexiones: por una parte, la conexión objetiva y causal del proceso natural; por otra, la subjetiva, que depende únicamente del individuo que la experimenta y es, por lo tanto, tan subjetiva como sus propios sueños. Ambos tipos de conexión se dan simultáneamente y el propio suceso, aunque sirve de nexo entre dos cadenas totalmente diferentes, sin embargo, se produce en los dos, de tal forma que el destino de un individuo se adapta al sino (destino) de otro y cada uno es el héroe de su propio drama mientras que, al mismo tiempo, aparece en un drama ajeno a él. Esto es algo que sobrepasa nuestra capacidad de comprensión y sólo puede concebirse como posible en virtud de la más maravillosa armonía preestablecida”.
Esto lo decía Schopenhauer, bajémoslo la tierra. Él decía que hay dos tipos de eventos: el evento objetivo (por ejemplo el escarabajo golpeando la ventana), que es un evento visible y experimentable por todos, y el evento subjetivo, es decir cómo uno internamente experimenta esa realidad externa. En nuestro curso de Inteligencia Emocional trabajamos este concepto muy a fondo, donde comprendes que no existe ninguna experiencia externa, todas las experiencias que tú tienes son internas, los eventos externos simplemente van a despertar en ti ciertas sensaciones, emociones, acciones y reacciones distintas a las que despertaría ese mismo evento en otra persona, es decir, como tú experimentas la realidad es un modo único, nadie más la experimentará así. Podemos estar diez personas en el mismo lugar mirando el mismo evento y las diez personas vamos a tener una reacción y sensación distinta. Hay personas que se ahogan con un problema X, pero a ese mismo problema X otra persona lo resuelve y otra ni siquiera lo ve como un problema. ¿Cuántas veces tú estás en una charla contando un drama y otra persona te dice “Ah, pero no es para tanto”? Por cada evento externo tenemos un proceso interno, subjetivo, que depende de las herramientas internas, de tus fortalezas y debilidades. Así se une lo objetivo con lo subjetivo en la experiencia humana.
Arthur además dice que el destino de un individuo se adapta al destino de otro porque estamos todos interconectados y somos todos protagonistas de nuestro propio drama, pero a la vez somos personajes en el drama de otra persona, así como los demás son personajes en mi drama personal. El hecho de que el escarabajo que golpea la ventana sea curioso para Jung es sincrónico para él, pero no para otra persona, porque genera cosas en él. Entonces la sincronicidad no es solo una cosa externa, sino que también depende en la propia percepción y en la conexión emocional y subjetiva que uno genera con el evento. Así pues, tenemos hasta ahora, según Schopenhauer:
- La voluntad ciega: actuar automático basado en el deseo, causando apego, frustración y sufrimiento.
- La armonía preestablecida: la realidad objetiva preexistente.
Decía Arthur:
“Un hombre puede hacer lo que desea, pero no puede elegir lo que desea”.
Comprender esto es clave, y es uno de los objetivos principales de todo proceso terapéutico: ¿Por qué deseas lo que deseas? ¿Por qué actúas como actúas? ¿Por qué sufrís por lo que sufrís?
Esta postura de Schopenhauer es básicamente determinista (todo está determinado o ya escrito y nada podemos hacer al respecto), siempre que nos mantengamos a merced de la voluntad ciega. Para escapar a este determinismo, desde el punto de vista de Arthur, debemos desarrollar la renuncia. Pero es aquí donde entra Jung con su sincronicidad, ya que justamente como hemos visto él habla de relatividad, y si algo es relativo no es absoluto, y si no es absoluto no está determinado. Decía Carl:
“El principio de causalidad afirma que la relación entre causa y efecto es algo necesario, mientras el principio de sincronicidad asegura que los términos de una coincidencia significativa están relacionados por la simultaneidad y por el significado. (…) Llegamos a la conclusión de que, además de la conexión entre causa y efecto, hay otro factor en la naturaleza que se manifiesta en la disposición de los sucesos y que se nos presenta como significado. (…) Debemos recordar que la actitud racionalista occidental ni es la única posible, ni lo abarca todo; más aún en muchos sentidos, es un prejuicio y una inclinación que quizá convendría corregir”.
Bajemos a tierra esto que dice Jung. Inicia con el principio de causalidad, que dice que para todo efecto hay una causa, por ejemplo, si te duele la cabeza es por algo, todo tiene una causa y hay una relación entre esa causa y el efecto. Pero el principio de sincronicidad dice que una coincidencia significativa, es decir, algo que a uno le llama la atención, que sea significante, está relacionada por la simultaneidad y por el significado, o sea que ocurran una o más cosas que a uno le llamen la atención y que además tengan un significado. Por ejemplo, si yo veo el escarabajo dorado en la ventana para mí no tiene un significado, pero si yo le otorgo un significado y ocurre el evento, además de forma tal que sea significativo para mí, entonces ahí estoy empezando a tener sincronicidad. No es que estoy, desde el punto de vista de la ley de atracción, atrayendo o generando el evento, sino que veo o experimento el evento, ese evento tiene significado para mí y por eso se vuelve sincrónico. Y a esa sensación interna, subjetiva, yo le tengo que prestar atención porque me está hablando, o bien puede ser que simplemente yo esté hablándome a mí mismo a través del significado que le doy algo, puede ser, pero según Jung tenemos que prestar atención a esas sincronicidades y reflexionar sobre ellas porque son información valiosa sobre cómo procesamos y experimentamos la vida, de modo tal que nos sirven para entendernos mejor a nosotros mismos y tomar mejores decisiones.
Carl Jung además dice que la actitud racionalista occidental no es la única posible ni lo abarca todo, que termina por ser un prejuicio ya que desde este punto de vista racional que tenemos en nuestra cultura hay ideas que no tiene ni pies ni cabeza, entonces él dice que muchas veces el querer explicar las cosas de una forma tan lógica y racional nos lleva a descartar ideas y conceptos que de pronto no tienen que ser descartadas (caemos en la arrogancia). El problema de la postura opuesta es que caemos en el riesgo de llevar esto muy lejos y así aceptar cualquier idea descabellada. Se hace necesario encontrar un equilibrio al respecto. Por ejemplo, el budismo es muy racional y propone ideas que tienen muchísima lógica y tienen un trabajo cognitivo-conductual muy profundo, y luego propone otras ideas que no son demostrables y que no son lógicas desde el punto de vista occidental, como por ejemplo la creencia en vidas pasadas o en la reencarnación, las cuales no son ni demostrables ni refutables, pero por lo menos deberían ser considerables (tomadas en cuenta para la reflexión y cuestionamiento).
Tenemos entonces la capacidad de renunciar a esos deseos (voluntad ciega) ya que ahí está la salida de la angustia que todos experimentamos. A esa idea de Schopenhauer la cuestiona Jung y dice: “Bueno, pero nosotros además podemos darle significado a los eventos y a través de ese significado, de esa sincronicidad que nosotros experimentamos como eventos importantes y que son curiosos para nosotros, podemos justamente a ir más allá y seguirlos como pistas para avanzar en la vida”. Entra en juego el concepto de significado y el significado es subjetivo, es propio, es de uno, del mismo modo que tú puedes decir “Me llegó este artículo porque justo yo estoy en tal proceso y esto justo me llegó ahora porque si me hubiese llegado antes lo hubiese ignorado”, entonces ahí tiene significado para ti y se vuelve importante, valioso y sincrónico. Continúa Jung:
“La falta de interés y el aburrimiento son factores negativos; el entusiasmo, la expectación positiva, la esperanza y la creencia en la posibilidad de que algo ocurra produce buenos logros y son, al parecer, las condiciones reales que determinan si se van a alcanzar resultados o no.”
Jung dice entonces que si tomamos esta idea de sincronicidad de modo que nos ayude a tener una actitud más positiva sobre la vida y los acontecimientos, y si eso además genera entusiasmo y una expectación positiva de que va a pasar algo bueno y de que uno está avanzando, resultará en un factor determinante a la hora de obtener buenos resultados en la vida, porque cuando uno se siento motivado es promotor de esos resultados, pero si se percibe que no hay motivo para actuar, que no va a pasar nada, que nada tiene significado, entonces uno mismo va a inhibir esa capacidad de tener resultados. Esta postura resulta un enfoque cognitivo-conductual, sobre todo conductual, pero parte de lo cognitivo, parte de la idea de la expectación (ley de las expectativas), y eso es algo cognitivo, es algo emocional e incluso, si no hay expectación positiva (ya que puede estar ser negativa al sentir o creer que algo malo va a pasar o, en defecto, que no va a pasar nada que valga la pena) entonces eso neutraliza el poder de acción. Si la expectación es positiva resulta determinante desde el punto de vista Jung como terapeuta, de que se van a alcanzar resultados y eso nos lleva a hablar de la intencionalidad, que se basa en el deseo de avanzar y accionar de un modo más positivo. Continúa Jung:
“Las causas finales, por muchas vueltas que le demos, presuponen algún tipo de conocimiento previo. No se trata, precisamente, de un conocimiento que pudiera guardar relación con el ego y, por lo tanto, no puede ser un conocimiento consciente tal y como nosotros lo concebimos, sino más bien un conocimiento ‘inconsciente’ autoexistente, que yo preferiría llamar ‘conocimiento absoluto’. No es una cognición sino una ‘percepción’ que consta de imágenes, de ‘simulacros’ sin tema, como los arquetipos. Este microcosmos sería el ‘inconsciente colectivo’ (…) El ‘conocimiento absoluto’, característico de los fenómenos sincronísticos, que no está mediatizado por los órganos sensoriales, mantiene la hipótesis de un significado que existe en sí mismo, o incluso expresa su existencia. Tal forma de existencia sólo puede ser trascendental puesto que está contenida en un espacio y tiempo físicamente relativos, o sea, en un conjunto espacio-tiempo irrepresentable”.
Toma entonces Jung el concepto que él mismo desarrolla en otros libros: el inconsciente colectivo. Esto no es otra cosa que una sabiduría general a toda la humanidad, innata y presente en todos nosotros. Podemos unir esta idea a los conceptos científicos de genética y epigenética, los cuales desarrollamos muy en profundidad en nuestros cursos. Para que tengas una idea y puedas seguir el razonamiento aquí propuesto, resulta que nuestros genes tienen muchísima información almacenada a través de las experiencias de todos nuestros antepasados; al igual que un ave que nace y sabe hacia dónde migrar sin que nadie le dé un mapa y le explique cómo y hacia donde ir, simplemente el ave lo sabe, los seres humanos tenemos exactamente los mismos mecanismos de guardar información: los genes. Esto se ve claramente en el experimento en el cual se les muestra a bebés imágenes de flores coloridas y luego de arañas con similares formas a las flores, y los bebés reaccionan a las imágenes de arañas manifestando estrés, es decir, los bebés SABEN que las arañas son peligrosas porque esa información ya está en sus genes:
Puedes ver aquí el estudio completo si quieres.
Entonces Jung define el inconsciente colectivo como una información accesible por todos nosotros pero que actúa principalmente de manera inconsciente, tal como ocurre con los bebés y las imágenes de arañas. Este inconsciente colectivo nos otorga cierta información importantísima, el asunto es que nosotros tenemos que desarrollar la percepción necesaria para escucharlo, es decir la intuición, la capacidad de percibir más allá de la lógica y la racionalidad. Es como cuando llega una persona y a ti te genera una sensación negativa y decís o pensás “Esa persona no me cae bien, no me gustó, tiene un ‘no sé qué’”; a veces puede ser simplemente un prejuicio y nada más, otras veces no, y es difícil distinguir cuando sí y cuando no. Confundimos fácilmente intuición con prejuicios porque la línea se desdibuja, sin embargo, queremos que te quedes con esta idea de inconsciente colectivo, de sabiduría general.
Jung ubica este concepto como algo trascendental, es decir, que va más allá del contexto en el que estamos y del momento en el que estamos. Es algo que lleva avanzando generación tras generación, pasándose y ampliándose de la una a la otra, que trasciende todo lo que nosotros vemos del mundo porque es algo justamente mucho más elevado, mucho más metafísico. No es algo que nosotros podamos ubicar en el espacio y en el tiempo (aunque podemos vincularlo a la genética) sino que podríamos imaginarlo como una conexión entre todos los seres humanos y conocimiento que hay y que hubo, porque todos los seres humanos tenemos en nuestros genes y en nuestro ADN el conocimiento de todas las experiencias de todos nuestros ancestros, está allí para bien o para mal, y esto es entonces lo que podríamos llamar intuición.
Sintetiza entonces Jung el concepto de sincronicidad de la siguiente manera:
“Sincronicidad significa, por tanto, el acontecimiento simultáneo de un cierto estado psíquico con uno o más sucesos externos que aparecen como paralelos significativos en el estado subjetivo momentáneo (y viceversa en algunos casos). Una situación inesperada, directa o indirectamente relacionada con algún acontecimiento externo objetivo, coincide con el estado psíquico normal”.
Traduzcamos esto lenguaje coloquial. Sincronicidad entonces es un acontecimiento externo que uno experimenta de cierto modo, y desde esa percepción tiene significado para uno (no tiene por qué tenerlo para los demás), por eso Jung habla de que son sucesos externos paralelos significativos en el estado subjetivo momentáneo. Justamente el hecho de que el suceso sea momentáneo es parte importante de la sincronicidad, porque hoy un evento puede tener significado según el estado de ánimo que uno tiene, pero mañana o dentro de un mes ese mismo evento puede no tener significado o tener incluso un significado distinto, porque dependiendo del sentir de uno (por ejemplo se está optimista) el evento se procesará y se le dará significado de cierto modo, pero si el estado interno de uno es otro (por ejemplo estar triste o pesimista) el mismo evento puede tener otro significado o no tener ninguno. El estado psíquico se une entonces con el estado psicológico y emocional para darle significado al evento objetivo. Está en uno mismo entonces el aplicar la sincronicidad como algo positivo o negativo para la vida.
Esto Jung lo une con el taoísmo directamente, con la filosofía taoísta, no como una religión sino como una filosofía, que se une muchísimo con lo que hablaba Schopenhauer acerca de la renuncia, porque el taoísmo al igual que el budismo, e inclusive al igual que el cristianismo, habla de la renuncia a las ataduras. Podemos así tomar a Schopenhauer como un camino de partida en el cual podemos asumir que tiene razón, y que entonces mientras nosotros estemos atados a esta voluntad ciega y a la armonía preestablecida no podemos salirnos de los patrones de comportamiento que nos dominan, y una vez que nosotros empezamos a trabajar en la renuncia (que implica trabajar hacia adentro, trabajar en uno mismo) es que podemos empezar a seguir estos significados, a trabajarlos, a analizarlos y entenderlos para ver qué sentido tienen, si nos potencian o no. El taoísmo entonces añade una nueva capa en donde se habla del fluir, de la no resistencia, lo cual no es lo mismo que ser pasivo o simplemente no actuar en la vida, no, es no resistencia, es aceptación de los resultados, desapego de éstos. Es abrazar los procesos, no los resultados, es vivir el camino, no solo la meta. Veámoslo desde distintas posturas.
Podemos encontrar el siguiente pasaje budista:
“No hay camino para finalizar, sin renuncia pura,
Este empeño por resultados placenteros en el océano de la vida.
Es también debido a su vida anhelante, que los seres
Están encadenados, así que busquen primero la renuncia.
La Renuncia es la única causa especial que produce lo que llamamos «gran compasión». Para lograr esta compasión, primero usted debe de encontrar pensamientos genuinos de renuncia. La gran compasión es un estado mental en donde ya no puede de ninguna manera soportar ver a otros seres atormentados por los sufrimientos de la vida; no hay manera de que pueda lograrla, mientras su preocupación por la forma cómo la vida lo atormenta sea tan débil como para no poder mover ni un cabello. Por lo tanto podemos decir que la renuncia y la compasión son el mismo estado mental, sólo que una se desarrolla meditando sobre su propia situación, y la otra meditando sobre la situación de los demás”.
Tenemos, de modo similar, el siguiente pasaje cristiano, según la Biblia, en palabras de Jesús:
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas.
Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
Le dijo: ¿Cuáles?
Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?
Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto les digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez les digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.
Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?
Y Jesús les dijo: De cierto les digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, ustedes que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros”.
Todo esto tiene lugar a diversas interpretaciones, pero desde el punto de vista en que lo estamos trabajando aquí se está hablando justamente de la renuncia. En primer lugar nosotros podemos entender “El Reino de Dios” como el elevarse, ascender en la consciencia, ya luego si tú quieres ver ese “Reino de Dios” como un reino en otro plano o en el cielo donde está directamente el dios Yahvé o Jehová (como le quieras llamar) eso ya es un tema personal, aquí lo estamos viendo de nuevo como una filosofía y no como una religión, por tanto la figura de Dios aquí la estamos viendo más que nada como un concepto metafórico, con el mayor de los respetos (luego cada quién elige si considera que ese dios existe o no). Entonces, desde esta visión, cuando se dice que no se puede servir a Dios y las riquezas al mismo tiempo es porque justamente las riquezas son apegos y esos apegos no nos dejan elevarnos. Aquí no se está hablando, como muchas veces se ha malinterpretado, de que la riqueza sea algo malo, ya que tenemos el ejemplo en este pasaje de que vino un hombre, un joven rico que ya hacía todo bien en su vida, y por eso Jesús le dijo “Si quieres ser PERFECTO entonces tendrás que dejar todo lo que tienes y donarlo a los pobres”, y eso es desapego a los bienes materiales. Pero Jesús va más allá y habla luego de dejar inclusive los vínculos (padre, madre, mujer, hijos, etc.) porque también son apegos. Eso ya sería irnos al ascetismo, pero no es estrictamente necesario llegar a ese punto para elevarnos y dejar de estar a merced de la voluntad ciega. Por eso es que cuando Jesús dice que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el “Reino de los cielos”, porque ese apego a la riqueza no nos permite elevarnos.
Cada uno de nosotros puede aspirar a cierto tipo de renuncia para poder liberarse lo más posible del sufrimiento del que habla todo esto, uniéndolo con el concepto de Wu Wei del que habla el taoísmo, que es la renuncia al deseo compulsivo de control y el dejarnos fluir con la vida, como la hoja que se merece por las aguas y no se resiste a ellas. Esto muchas veces también se confunde con la pasividad y no es eso lo que propone el taoísmo, es accionar con devoción en todo lo que se hace y entregarse a los procesos desapegándonos luego del resultado, ya que al haber dado lo mejor no se puede hacer más. Todo esto apunta a que debemos trabajar y trabajar en nosotros mismos, trabajar los apegos a todo, porque nos apegamos a bienes materiales, a las relaciones, a títulos universitarios y a la reputación, nos apegamos a roles, a las personas y así hacemos con todo; además queremos controlar esos apegos, y eso no es posible. Empezar a desapegarnos implica dejar de querer controlar el mundo externo y empezar a controlarnos a nosotros mismos, teniendo cuidado con cómo nos apegamos a nuestra identidad, a la reputación, religión, partido político, nacionalidad, clase social, etc. Formamos así grupos y pertenencia a ellos, generando división, viendo al resto de personas como separadas de nosotros, surgiendo así el concepto de ellos y nosotros, y esa distinción genera la violencia que vemos constantemente en la sociedad.
Para cerrar entonces, Jung termina:
“Esto implica confiar en nuestra intuición y en la sabiduría de nuestro inconsciente, así como estar dispuestos a adaptarnos y aprovechar las oportunidades que se presenten.
Si bien no podemos controlar directamente los eventos externos o garantizar resultados específicos, podemos influir en la forma en que respondemos y nos relacionamos con el flujo de la vida. Al estar más conscientes de la sincronicidad y de los posibles significados que se pueden extraer de los eventos, podemos tomar decisiones más informadas y alineadas con nuestra intuición y propósito”.
Así que tienes muchísimo para analizar aquí, para trabajar. Este no es un artículo superficial ni sencillo, es profundo, toca muchos temas y muchos aspectos de la vida. Esta primera revelación entonces te hace una gran invitación. Interpreta tú cuál es. Ya continuaremos profundizando en las 8 siguientes que están por venir.
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